domingo, 23 de septiembre de 2007

Best Sellers indsutriales

Los libros calificados como best seller, sobre todo los pertenecientes al género literario fantástico o del drama, siempre fueron tenidos en cuenta por la crítica como los más importantes entre sus contemporáneos, y algunos llegaron incluso a entrar en la categoría de clásicos de la literatura universal. Obviamente, en la mayoría de los casos, este es un merecido reconocimiento a su historia original, sus personajes, su investigación, su excelente prosa, entre otras cosas.A lo largo de la historia hubo muchos libros que llegaron a ser best sellers en su tiempo, e incluso lo siguieron siendo muchos años después de su primer lanzamiento; como ejemplo se pueden mencionar los relatos de Sherlock Holmes de Arthur Conan Doyle, Drácula de Bram Stoker, y Frankenstein de Mary Shelley. Así también, hubo otras obras, que siendo ignoradas en su época, terminaron siendo populares muchos años después, como por ejemplo, algunos relatos de Poe y de Lovecraft.Actualmente, por lo que puedo observar, lamentablemente, la mayoría de la gente ya no lee libros por sus cualidades particulares, sino por el simple hecho de que adquirieron fama gracias a las estrategias del marketing, sin importar que su contenido sea pésimo. Ejemplo de esto son la mayoría de las obras de Stephen King, ya que muchas, siendo totalmente vacías de contenido y sentido, fueron best seller gracias a la popularidad de otros libros realmente buenos de este autor. Pero por lo menos, este autor tiene obras buenas, no como otros como el popular Dan Brown.Este último caso es realmente interesante. Sin el marketing, uno no se podría explicar como este escritor, utilizando un tema tan conocido y gastado como el Santo Grial y los misterios de las obras de Leonardo da Vinci, haya logrado construir una novela tan increíblemente aburrida y predecible como El código da Vinci, que vendió millones de copias.Sin ir más lejos, puedo dar otro ejemplo: Harry Potter. Su autora, Joanne Rowling, inspirándose en otras obras con personajes de fantasía, logró escribir, en un principio, un libro acorde para un niño que se inicia en la literatura. Pero cuando este libro fue llevado al cine, comenzó el morbo, por decirlo de alguna manera. A medida que transcurrían los años y los productores de las películas de Potter necesitaban recaudar más dinero, la autora, fiel a sus principios de escritora, redactó nuevas historias del niño mago. Yo preferiría decir que “fabricó” nuevas historias del niño mago, ya que como toda industria, más que crear, se dedica a fabricar, a producir en masa. El termino “creación” siempre implica un sentido subjetivo, mientras que “fabricación”, implica un sentido objetivo. En este caso, lo objetivo sería la demanda del público. Pero también hay algo subjetivo por parte de la autora; no me refiero a su pasión por la literatura, sino a su pasión por el dinero.A medida que los actores de la película van creciendo y dejan de ser niños, Rowling va transformando a los personajes del libro en adolescentes que se enamoran, que le crecen barbas, etc; y seguro que seguirá así hasta que sea “Harry Potter y el reuma”. Pero según ella, todos sus libros estaban planeados desde antes del lanzamiento del primero. Otra cosa inédita es el hecho de que con este “producto”, la autora ganó el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia, en el año 2003.En los últimos años me fue frecuente escuchar en un café, una librería, o hasta en la Universidad, frases como “voy a leer El código da Vinci porque mi amiga fulana lo está leyendo”, o “mamá, cómprame el último libro de Harry Potter, antes que salga la película”. Las industrias y su marketing pueden acercar la cultura a muchas personas, pero así también pueden abarcarla, homogeneizarla, y degenerarla. Hay ciertos temas que van dirigidos a sólo una clase de personas, y deberían ser respetados tanto por los autores, como por las industrias y el público mismo.